Parlamento Veracruz.
Juan Javier Gómez Cazarín.
El fin de semana tuve el honor de convivir con una muestra de lo mejor del poder femenino en México en el Segundo Encuentro Nacional de Mujeres de Morena. No estaban todas las que son, pero sí eran todas las que estaban.
Como dije, eran una muestra de la fuerza de las mujeres de izquierda mexicana que, en las filas de Morena, ejercen el poder público o se aprestan a ejercerlo próximamente.
Sin afán de partidizar de forma mezquina una legítima lucha de las mujeres por sus derechos, sí puedo decir, personalmente convencido, que la lucha del feminismo, aquí y en todos lados, es una lucha eminentemente de izquierda. Aunque no todas las feministas necesariamente militen en Morena, podemos asegurar que son las banderas progresistas y no las conservadoras las que, por definición, han encabezado las batallas del feminismo para que se reconozca lo que son: personas plenas con derecho a un desarrollo integral.
La ideología del machismo les niega esta condición y, por ello, cualquier nivel de discurso machista es un absurdo insostenible.
El problema es que el machismo no se queda en los discursos: se lleva a la práctica todos los días como parte de una violencia sistematizada cuyo germen se encuentra en una mentalidad heredada por generaciones.
¿Será nuestra generación la que atestigüe el cambio que rompa con milenios de machismo? No lo sé, pero creo que cuando menos sí estamos viendo aparecer las primeras grietas profundas en el antes impenetrable muro del machismo sistematizado. Ya dejamos de normalizar lo que antes era normal, ya nos escandaliza lo que antes pasaba inadvertido, ya se escuchan las voces que antes eran acalladas.
Es terrible que este replanteamiento de la forma de pensar de la sociedad surja, principalmente, del horror de los feminicidios que son la consecuencia extrema de la violencia que flota en el ambiente y que, con justicia, tiene hartas a las mujeres.
Las mujeres con las que tuve la distinción de convivir el fin de semana tienen clara su convicción progresista para cambiar las cosas. Ellas tienen muy claro que, sin pretender monopolizar una lucha amplísima, Morena tiene un compromiso ineludible con el feminismo por ser un partido que agrupa las banderas de quienes demandan un cambio, de quienes se han hartado de lo establecido, de quienes quieren romper con los vicios del pasado. Morena deberá ser un vehículo eficaz para que más mujeres lleguen al poder.
Por lo pronto, desde la Legislatura de Veracruz –la primera en la historia en alcanzar la paridad de género- seguiremos contribuyendo a que las leyes veracruzanas cierren el paso a la violencia y clausuren los recovecos legales que puedan derivar en impunidad.
Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado